Límites de la política León Bendesky N ada va a cambiar luego de la reunión del G20 en Hamburgo, la cual acabó recientemente. Tampoco había expectativa alguna de que eso ocurriera. Los políticos de ese grupo, bastante similares a los que no entran en el club, excepto tal vez por los intereses directos que sus verdaderos protagonistas representan a escala global, aparecen, una vez más, desenfocados. Ni los asuntos del cambio climático, el comercio y las inversiones, la guerra en Siria o la disputa de los misiles balístico con Corea del Norte se alteraron en el muy promovido encuentro. Es más, el movimiento variopinto de protesta que llenó calles de Hamburgo recibió una atención notoria, no se sabe si por los motivos de sus reclamos o por lo insulso de la propia reunión de líderes políticos. Donald Trump acaparó la atención, pero no por la calidad de su figura política, de la visión del papel de su país o lo relevante de sus propuestas. Lo hizo, más bien, por su chocante...
Para abordar la comunidad política debemos realizar algunas preguntas básicas sobre algo que algunos consideran anterior a las instituciones legales o políticas y que otros ven como resultado de nuestras instituciones políticas y legales particulares. Entre las preguntas que se suscitan al respecto debemos considerar, ¿cuál es el tamaño y la base apropiada de la comunidad política?, ¿debemos estar juntos en una comunidad política porque compartimos una región geográfica, una religión, una tradición cultural, un conjunto de valores o incluso un planeta?, ¿debemos permitirnos cambiar o elegir la comunidad política de la que formamos parte? Si es así, ¿con qué facilidad?, ¿debemos tener lo que se llama fronteras abiertas?, ¿cuál es el valor de la comunidad política?, ¿cuál es la relación entre la comunidad y la autonomía, particularmente la autonomía individual?, ¿quién debe tener voz en cómo se define la comunidad y cómo se gobierna la comunidad? Todas estas son preguntas dignas de ser ...
En semanas recientes se ha vivido un proceso de movilización sociopolítico muy intenso, producto de la posición oficial del Gobierno Federal de impulsar una de las grandes deudas históricas que los gobiernos de derecha en México tienen con el sistema capitalista internacional, que se aboca a la privatización del sector energético mexicano. Ello conmino a una mayor polarización del espacio político, a consecuencia de las marcadas divergencias que se manifestaron por parte de los diversos actores políticos; con respecto a la posibilidad de abrir el sector energético a la propiedad privada. Tomando en cuenta el eje estratégico de desarrollo que ha representado este sector para la modernización y el progreso del país a lo largo de su historia pos revolucionaria. Así, el tema del petróleo y de otras energías como la luz y el gas, han significado un permanente tema de discusión pública, que ha enaltecido la forma política schmittiana [1] como génesis de ubicación de la dimisión política ent...
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